El 1% de la población mundial maneja, en gran medida, la riqueza y el poder existente en todo el planeta.
Son unos pocos los que mueven los hilos y deciden sobre el restante 99%.
Su enorme capacidad para generar miedo y confusión es lo que les convierte en los amos de un mundo inhóspito en el que la inmensa mayoría aprende a sobrevivir bajo un paraguas llamado SISTEMA, que ni protege, ni está interesado en el bienestar de la comunidad que los eligió como líderes.
Si, ya sé que puede parecer una visión fatalista de cómo está el mundo, pero no me negarás que ¡algo de razón tengo!
Solo has de entrar en un bar y observar lo que te rodea.
Descubrirás más de una conversación que corrobora mi teoría. La gente está descontenta, enfadada y desanimada.
Los precios suben, las oportunidades escasean, la salud empeora, el insomnio aparece y el estrés se dispara a la misma velocidad que los gastos de hipoteca.
En un rincón de la barra alguien expone su gran solución para reducir las listas del paro.
Otro se mofa de las distintas medidas que ha puesto en marcha el Gobierno, para frenar la inflación.
El resto escucha. No, en realidad nadie escucha. Todos ponen de manifiesto el cabreo que sienten ante la inoperancia y la estupidez supina que se ve en el Congreso.
Alguien opina que la culpa es de la Unión Europea y sus normas. ¿Quiénes son ellos para decir en nuestro país?
Y todos asienten. Bueno, todos no. Alguno piensa que estamos bajo el yugo de los americanos, que son los que mandan y que gracias a la OTAN también deciden lo que debemos invertir en armamento o en qué guerra debemos implicarnos.
Si te mezclas en otras conversaciones descubrirás lo que se opina sobre el Sistema Judicial, la hipocresía de la Iglesia o el machismo que obliga a llevar bragas de cuello alto a las mujeres para evitar violaciones, por otro lado, todas “bien merecidas” por no llevar escolta cuando sales por la noche. ¡Qué atrevimiento!
Junto a los aseos hay dos abuelos que comparten su experiencia de esta mañana en el centro de salud. (O de enfermedad, diría yo).
Que si perdieron toda la mañana para 5 minutos de medicina mediocre de la que salieron con un papelito para la farmacia y una cita para dentro de un mes.
Y el otro, que estaba enfadado porque no le habían cambiado la medicación, a pesar de los dolores.
Normal. ¿Cómo le van a subir la dosis si no venden tubos de pastillas más grandes?
Entre la roja, la verde y la azul, no cabe la blanca. Porque si la añadimos al plan habrá que recetar la amarilla para que no se note lo que estropean las otras.
Veremos dentro de un mes, en la próxima visita, si cabe una pomada que alivie los síntomas de tanto dolor.
Dolor a la vida que llevamos. Dolor a las tortugas que mueren envueltas en bolsas de plástico y dolor por los pantanos que muestran con vergüenza los campanarios que hasta hace poco se escondían bajo las aguas.
Pero también nos duelen los edificios destruidos por Putin y las sirenas que custodian el intranquilo sueño de los ucranianos, el cartel de ¨cerrado por defunción” del Credit Suisse o la capa de hollín que cubre el bosque donde hasta hace nada veraneaban pajaritos viajeros en busca de sol o ardillitas huérfanas buscando casa “por causas de fuerza mayor”.
¿Y qué hacemos?
Esperar a las próximas elecciones nunca ha funcionado. Da igual a quien votes. Seguiremos hablando de sequías, guerras o inflación.
En la lista Forbes aparecerán los mismos. Pero eso no es lo peor, porque en realidad, los más ricos no aparecen en ella.
Los verdaderos dueños del pastel no se hacen fotos, a pesar de ser los más “influencers”.

Es curioso que, con lo narcisistas que son, ninguno soporta y permite que se hable de ellos.
Es gente extraña ese 1% de la población que casi nadie conoce…
En cambio, ellos te conocen a ti mejor que tu madre. Saben lo que te gusta, lo que deseas, lo que compras, lo que comes y ¡hasta lo que piensas!
Saben a dónde vas, con quien te ves y a quién críticas. Por eso se atreven a crear una vacuna con efectos secundarios, porque saben que te la pondrás.
Y con lo que ganas en una pandemia se compran una guerra en Europa ¡nada menos! Estas son más caras que las que están de oferta en el hemisferio sur.
Y con lo que ganan firman contratos para reconstruir países devastados por las bombas.
Y con lo que ganan compran todos los recursos de un continente como África. Incluidas las minas de oro y coltán, los cultivos de cereales y los negritos que trabajan por un plato de arroz.
Y con lo que ganen colocarán cámaras de vigilancia en todas las calles de China.
Así podrán jugar al “veo, veo” con toda la población, que es un pasatiempo muy divertido y les ayuda a predecir el futuro.
Decidir lo que pasará mañana y dentro de 50 años es mucho más apasionante, es como jugar a ser Dios ¡y eso sí que mola!
Nada que ver con ganar dinero, que total, ya lo tienen casi todo…
Además, el Monopoly ya lo tienen por la mano. Ya han comprado todas las calles, las casas, los hoteles y estaciones.
Lo de la cárcel no les afecta. Directamente se saltan la casilla. Jugar a saltar la banca no tiene sentido porque ya les pertenece.
Y no me refiero a la Caja de ahorros o al Banco Central. Me refiero a la Reserva Federal de los Estados Unidos o el Banco Central Europeo, entre otros.
Como decía Espronceda “en todo el mar conocido, del uno al otro confín”.
Pero sí, algunos de ellos son banqueros, así que les encanta el dinero. Pero contar billetes es muy aburrido, así que los están haciendo desaparecer.
Ellos se quedan con los lingotes de oro y a ti te hacen pagar con el móvil.
De esta manera nadie sabe cuánto dinerito hay en los mercados y pueden fabricar el que necesiten si hace falta más.
¿Quién se va a enterar si es dinero falso? Mientras te lo preguntas ellos se van de “shopping” para desestabilizar mercados financieros, inmobiliarios y cualquier otro que genere tanto pánico que se imponga la ingesta masiva de antidepresivos y ansiolíticos.
Más que nada para dar un empujoncito a las farmacéuticas, que también se han de ganar la vida y a fin de cuentas, también son suyas.
Otro de sus juegos favoritos es el ajedrez. Pero cuando dominaron el arte de la guerra se aburrieron de matar peones y como el Monopoly ya cansa un poco, pues se han pasado a las nuevas tecnologías.
Eso da para mucho. Epidemias y vacunas, Control y vigilancia por 5G y no quiero pensar más porque ¡igual digo algo que no es verdad!
Aun corriendo ese riesgo me aventuraré a mencionar un temita que me lleva rondando por la cabeza desde hace un tiempo.
Creo que están organizando cacerías en Marte. ¿No ves muchas “idas y venidas” al espacio?
¡Piénsalo bien!
Aquí ya controlan la energía que genera el agua, el viento y el sol.
También son dueños de las cosechas que abastecen a la población. Con semillas transgénicas para limitar nuestra salud. ¿Para qué quieren una población sana si enferma es más rentable? (sus farmacéuticas ¿recuerdas?).
Y ¿qué me dices de la pesca? El pescado está más plateado que nunca. Por la cantidad de metales pesados que contienen, seguro.
¿Y el aire? Antes era transparente, ahora es marrón. Está tan sucio… ¿Dónde está el ozono azul de nuestra atmósfera?
Degradar la atmósfera también es divertido porque da pie a huracanes y tormentas.
Ni siquiera San Pedro tiene permiso para alargar los veranos o desplomar los termómetros en invierno.
¡Eso sí que es tener poder!
Pero si todo eso ya lo pueden conseguir aquí, decididamente, ir a incordiar a Marte no es nada disparatado.
Me los estoy imaginando, sentados alrededor de la mesa redonda, en su “brainstorming” de ideas locas.
¿Tendrá el jefe un gato blanco en su regazo o he visto demasiadas películas de James Bond?
Y tú y yo, que no nos enteramos de nada, aquí estamos, trabajando de sol a sol en un curro que no nos gusta nada pero que nos ayuda a pagar la hipoteca y el “renting” de un coche que casi no lo uso porque teletrabajo pero que es más grande que el del vecino.
Con suerte comeremos pizza el domingo, para olvidarnos de que se acabó el finde y que mañana volvemos a la carga.
En fin, dejemos que se entretengan con sus “pijaditas” que nosotros tenemos el Netflix, las redes sociales y los documentales de la 2.
Ir al centro comercial a imaginar que compro mucho es un buen pasatiempo y las películas del sábado me hacen soñar con princesas y héroes.
Pero algún día, ese 99% de la población se despertará de la siesta y entonces empezará la acción de verdad.
Porque ¿De qué les serviría tanto poder si nadie les siguiera? Ellos son 4 gatos y nosotros somos el resto del planeta.
Y no estoy pensando en manifestaciones o golpes de Estado. A ese juego también ganan ellos. Tienen a su favor la policía, los gases lacrimógenos y las “leyes”.
¿Y si jugamos a “Tú ve hablando, que no te escucho”?
Elige la información que consumes, no des por bueno todo lo que escuchas, investiga por tu cuenta en medios no oficiales, confía más en tu intuición, cuestiona todas las opiniones.
¿Te imaginas qué pasaría si retiramos nuestra confianza a aquellos que nos gobiernan y que deberían estar construyendo un planeta mejor?
¡Es hora de despertar! Es hora de averiguar por qué cada vez hay más miedo, depresión, enfermedades crónicas. Cada vez hay más pobreza, más hambre, más violencia.
¡Levántate del sofá porque hay mucho trabajo por hacer!

Escrito por: Paz Espinás - (pincha aqui para conocerme un poco)
Fuente: Mis paranoias